somos la revolución

Somos la nueva fonética de las muchedumbres, 
la sintaxis aceitada de las manadas policromas,
somos el grito somos lo sonoro a nuestro paso
se levantan las faldas de las señoras bicarbonatas.

Las ruedas de los elefantes llevan las gomas pinchadas
y podrían morir este año si niegan los nuevos decires;
somos la ciudad que no descansa, somos el badajo,
somos el hombre asustado que pone sus rosas a cubierto.

No somos la rebelión que mira a la luna con guitarras 
ni somos la caligrafía perfecta de los colegios del oro;
no somos el dictado índice ni somos la catequesis 
ni el arpa con pistola que reina en las salas del teólogo.

Queremos la cabeza de los que permitieron los volcanes.
Queremos la cabeza de los que permitieron los baobabs.
Queremos la cabeza de los que dejaron morir la flor única,
la flor perfumada que nutría el viento de nuestros caupolicanes.

No somos rebeldes con alas de Ícaro 
sino rebeldes con alas de tierra:
nuestros gorriones siempre vuelan pegados al suelo.

No somos rebeldes de Micomicona
sino rebeldes con ansia de duraciones:
nuestros sueños sólo se admiten si se dejan poner patas.

Eso es lo que somos: el sueño más alto y más hondo
que cae a la calle y se va probando piernas y patas.

Somos la balada de los libres e irresignados.

Somos la víspera de las manzanas.

Somos la revolución.
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