Convocatoria para elegir a una nueva Iratxe

Batania, pirata neorrabioso, herido y abandonado por la mujer que fue musgo, corteza y montaña de su vida, y preocupado no tanto por su situación personal como por las consecuencias que ese abandono puedan causar en su obra, que es lo primero y lo segundo y lo único, ha decidido convocar un concurso para elegir a la nueva Iratxe que le torture e inspire en los próximos diecisiete años. Por tanto, cambiando a Sófocles por Aristófanes, dejando la lágrima y empuñando la risa, y confiado en hallar una musa que no se aparte en un solo centímetro de la Iratxe original, establece los siguientes e imprescindibles requisitos:
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1. Que se crea la ninfa de las ninfas y la diadema de las diademas, Afrodita y Atenea juntas, tan dotada como Rachel Welch y tan superdotada como Madame Curie. Que considere que hasta sus pedos huelen a tomillo, sus legañas a albahaca y sus estornudos a madreselva. Que no dude en celebrarse como el ejemplar más extraordinario que pisa la tierra. Que para llegar a estas conclusiones le haya bastado con su propia opinión.

2. Que sea bella y sepa utilizarlo, que allá donde acuda funde Fascinaciones SA, que vaya por las calles cometiendo belleza. Que hasta cuando camine por el suelo se note que sólo se está posando (se le notan demasiado las alas).

3. Que tenga una parte de mariposa y dos de escorpión, tres gotas de monja y siete de puta, algo de primera de la clase y otro poco de niña que se levanta la falda a cambio de una piruleta.

4. Que no se preocupe por darme amor sino por crearme adicción, por darme cariño sino dependencia, por darme sosiego sino necesidad. Que adivine que sólo me enamoro de lo que me destruye, sólo escribo de lo que me daña, sólo poemo de lo que no soy capaz de resolver.

5. Que comprenda de inmediato que necesito ser dominado. Que me ordene: “Aléjate de Mengano, es un trepa; confía en Fulano, es buena persona; huye de Zutano, te dará problemas”. Que organice mi vida. Que vaya ocupando mis territorios. Que nunca me pida permiso. Que no permita que los demás hagan lo mismo que ella hace conmigo.

6. Que me proporcione dolor y alegría en dosis suficientes como para inspirarme al menos los trescientos folios que me ha dado la Iratxe original, tamaño DIN A4, Times New Roman, cuerpo 12.

7. Que considere al 95% de los poetas de Madrid unos farsantes y unos escritores de palo y zanahoria. Que amenace con ponerse a escribir en cualquier momento para demostrar que es mejor que la mayoría de ellos. Que esto no lo diga en privado y en broma sino en público y muy en serio.

8. Que le guste todo lo que sea macho: lechugas macho, flautas macho, piedras macho, hombres macho. Que me diga con detalle y puntillismo qué les haría a los hombres que le gustan, con qué artes, en qué posturas.

9. Que se enfade mucho con mis jaleadores. Que entienda que la única con derecho a elogiarme es ella. Que nunca me elogie. Que, sin embargo, cada vez que me vea atacado o triste o rodeado de tigres, aparezca de repente como una amazona rubia y responda a mis atacadores, mate a los tigres, me quite la tristeza y me diga: “No olvides nunca que tú eres Batania y los demás no son Batania. Jamás estaría contigo si no fueras lo que yo sé que eres”.

10. Que le gusten el té y el vino, que su actor favorito sea Robert Redford o Robert Downing junior, que su película preferida sea Fiebre del Sábado Noche. Que tenga miedo a la muerte y a los perros grandes. Que no sea capaz de reconocer un error. Que los cometa a todas horas y con talla XXL, pero jamás los reconozca.

11. Que se mofe y sienta vergüenza de las poetas madrileñas que escriben versos de desamor cada vez que son abandonadas. Que para predicar con el ejemplo y no hallarse nunca en la misma tesitura sea ella la que deje a los hombres, la que los castigue, la que los humille, la que nos obligue a escribir esos poemas desesperados.

12. Que sólo utilice Google para teclear “Neorrabioso Iratxe”. Que le importe menos que la punta de un alfiler todo lo que escriba que no se refiera a ella. Que no le guste leerme sino leerse. Que se jacte: “Jamás podrás escribir sobre otra mujer como escribes sobre mí”.

13. Que tenga una manera incomparable de echarse el pelo hacia atrás o de hacerse una coleta mientras sostiene la goma con la boca. Que le gusten Camela, Queen, La Polla Records o Pablo Milanés. Que una de sus canciones favoritas sea “Tú eres único”, de Rocío Jurado. Que esa canción le recuerde siempre al hombre de su vida, quienquiera que sea durante esa semana.

14. Que no sea partidaria de las ideas moderadas y los puntos medios. Que considere a todos los cristianos malas personas, a todos los policías sinvergüenzas, a todos los patriotas ignorantes. Que opine que los contrarios al matrimonio homosexual deberían ser exterminados, ex-ter-mi-na-dos.

15. Que se vaya con otros hombres con mi autorización. Que vuelva a casa satisfecha y con olor a goma quemada. Que me cuente con pelos y señales las averías que ha causado esa noche (Este punto es difícil de creer, pero es que yo soy muy difícil de creer).

16. Que sea arrogante y vaya de única. Que proclame que jamás permitirá que la conozcan solamente por ser la mujer de Batania. Que ponga tanto empeño en dar la vuelta a la pirámide que al final logre convertirme en el pobre hombre que sale con Iratxe.

17. Que ante la belleza de otras mujeres, la inteligencia de otras mujeres, los estupendos poemas de otras mujeres, la también bondad y honradez y valía de otras mujeres, se limite a exclamar: “¡Bah!”

18. Que sea partidaria de practicar sexo sólo en lugares discretos y apropiados. Ejemplos: baños de zonas públicas, parques frecuentados, salidas de los bares... Que también le guste practicarlo en las autopistas, siempre que se circule a ciento sesenta por hora, o en las calles principales de cualquier ciudad española, siempre que sean las doce del mediodía, o en las plazas mayores, siempre que estén presentes cientos de ciudadanos con la revisión del oculista recién superada. Que llore después de hacer el amor (porque ha disfrutado o por la alegría de comprobar que no nos hemos matado ni nos han detenido).

19. Que se extasíe con el mito de Filemón y Baucis. Que me jure que moriremos juntos arrojándonos al vacío desde la cima del Teide, o tomando a la vez una de las dos mitades exactas de una pastilla de veneno, o poniendo nuestras cabezas unidas bajo una apisonadora del ayuntamiento. Que me haga creer eso durante diecisiete años y luego, cuando me abandone y le pregunte qué hay de aquello, me diga vamos, Alberto, sólo era una forma de hablar, no pensaba que fueras tan inocente.

20. Que se haga por su cuenta y riesgo y por cien euros un tatuaje en la espalda. Que en ese tatuaje ponga “Batania”. Que jure que no se lo va a borrar jamás, ni siquiera ahora que se ha librado de mí. Que ese tatuaje signifique “Déjame ser como soy”.

21. Que anime a Valentino Rossi, a Roger Federer o a Lewis Hamilton cada vez que se enfrentan a Jorge Lorenzo, Rafa Nadal o Fernando Alonso. Que prefiera lo nuestro universal a lo nuestro nacional. Que su novelista favorito sea Balzac y su novela favorita “Los miserables”. Que intente hacerme leer “Océano mar”. Que admire mi inteligencia. Que admire mi escritura. Que me admire.

22. Que finja indiferencia ante mis amigas, pero que aproveche cualquier ocasión para minusvalorarlas. Que me haga imitaciones de sus voces y tergiverse sus frases para demostrarme todo lo pijas e infantiles que a ella le gustaría que fueran.

23. Que se enfade mucho con “los demás”. Que llame “los demás” a todo el que le lleve la contraria. Que cada vez que esté triste y se sienta atacada quiera irse en solitario a una isla lejana (pero da igual, porque el tatuaje con mi nombre le persigue).

24. Que necesite hacerles saber a los tontos todo lo tontos que son. Que se obligue a llamar idiotas a los idiotas. Que no les permita vivir felices en la ignorancia, que se sienta llamada a sacarles del error.

25. Que sea buena persona. Que sea vanidosa, que le salgan pedacitos de Satán por la boca, pero que sea tan honrada, generosa y buena persona como la original (aunque es imposible).

26. Que decida abandonarme al de diecisiete años. Que no lo haga con avisos previos y elegancia, sino a quemarropa, sin vuelta atrás y a las 19:12 de una tarde cualquiera. Que al mostrarme desesperado durante los tres primeros días, me salte: “¡Alberto, supéralo de una vez, que ya han pasado 72 horas!”.



Se ruega a las candidatas acudan a la calle Despecho, rincón del Abandono, Nº 47, a la hora en que me vuelve la tristeza, para una comprobación detallada de los 26 puntos. Si alguna candidata duda de sus posibilidades es mejor que no acuda, lo digo de verdad, la original nunca tuvo dudas.
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