Iratxe


Iratxe, naranja sin pelar, te falta menos de un tigre para que llegue la noche, te falta un billete de metro para que tus ojos sean alfombras y tu música roja la de una araña tocando el piano. Te llamo naranja por tus cien clases de peladura, porque eres el peligro que me intento pelar todos los días, naranja arrogante y rubísima, tan soberbia y tan joven como cumplir treinta y siete años.



Si fuera cierto
que el hombre que ataca el azul
y se lanza hacia las tablas rotas del no se sabe
será preso y mandrágora y castigado de octubres;
si fuera cierto
que el desafiador de los mandamientos ancestrales
caerá en la noche increpadora de las sonrisas sajadas,
derrotado por el cáliz culpable del no porvenir;
si fuera cierto
que el hombre debe esperar y mantenerse y doblegarse
y ser manso y fabiano y Vergniaud,
¡ah, poeta!,
tú deberías ser el más triste
de los que arrastran sus pies de lombriz por la Tierra;
tú deberías retorcerte amordazado de pies y pestañas
para no escuchar los alaridos de tu cueva de ratones,
tú deberías llorar como llora el niño
cuando se le rompe la punta del lápiz
en su libro de naumaquias;
tú deberías sufrir
y no ser el hombre que camina ahora
por la Avenida Ciudad de Barcelona,
con cara de puñal y tres naranjas
sin peladura,

ese hombre que sabe
que hoy es 2 de julio de 2009
y ellos son un día más viejos
(y más viejos,
y más viejos),
que son las nueve de la noche
y eres un día más fuerte
(y más fuerte,
y más fuerte),
que no hay miedo ni nunca
porque tú estás Iratxe y
firme, Iratxe
y solo,
Iratxe

y resuelto a seguir
tu camino libre,
errado
y sordo
ante el futuro.


29 de enero de 2008.




La que muerde el candado hasta que saltan las puertas de la noche.
La que descubre caimanes en el zumo de naranja.
La de labios Iratxe.
La de besos Iratxe.
La que besa mestiza. La que besa rufiana.
La que besa de cerca, tan cerca que deja a la vista sus costuras y las grapas azules que
..........esconde entre la lengua y el corazón.
La que amenaza (1) ten cuidado podría cambiarte por el que quisiera.
La que insulta.
La que insulta de nuevo.
La que insulta por tercera vez.
La que se enfada conmigo y hace flanes de lágrimas.
La que se enfada conmigo y machaca perejil en el mortero.
La que machaca el perejil con tal rabia que al final siento pena por el pobre perejil que
..........soy yo.
La que amenaza (2) tú no eres Batania yo soy Batania yo te he inventado tú qué te crees.
La chica número uno.
La chica número dos.
La nueve y mil. La diecicuatro. La treinta y quince.
La que siempre me recuerda el daño que podría hacerme sin fijarse demasiado.
La que arroja el vaso contra el suelo y el vaso no se rompe, el suelo no sangra, y triunfa
..........ella y su vestido blanco, y me paso la tarde recogiendo mis añicos.
La que amenaza (3) desgraciado la poesía te va a destruir y no pienso cuidarte en el
..........manicomio.
La que tiene una carita que es un tigre de viento.
La que tiene una carita que es un barco de viento.
La que tiene una carita que es un jilguero.
De viento.
La guapísima. La bellísima.
La tu madre de dios hijaputa qué ojos.
La que tiene unos ojos que los miras y aparecen ciervos azules copulando.
La que amenaza (4) que no me entere que ninguna te llama Alberto.
La que no se deja hacer.
La que no se deja podar.
La que no se deja.
La que me rompe de púas.
La que me púa de erizos.
La que me saca el ombligo de quicio.
La que me saca los nervios los hígados.
De quicio.
La desquiciante.
La que amenaza (5) ten cuidado he visto demasiadas pollas en mi vida para ser una
..........mujer honrada.
La que adora a los hombres.
La que adora a los hombres como a los perros, sólo si se dejan tocar.
La que no desprecia al macho con gorriones en el pecho.
La putísima. La zorrísima. La torcida de ojos.
La que se mira al espejo y el espejo le dice tú.
La que se pregunta y la respuesta le dice tú.
La que se compara y la respuesta le dice nadie.
La oceánica Iratxe.
La volcánica Iratxe.
La melenosa. La inverosímil. La soñadora.
La perfecta.





No es una creación mía.

Sus ojos. Su dédalo de rabia. Su
espiral en uña fuerte y pequeña. Iratxe no es.

Una creación mía.

Yo soy, intento ser poeta. Cazo
palabras. Pero no hago fotografías. 
Escribo neorrabioso. Distorsiono.

Miento. 

Las cosas que pasan por mis ojos no son.
Las cosas. Al tocar el papel, 
se estiran o reducen.

Cambian.

No os fiéis de mí. La verdad.
Qué es la verdad. Decidme.
Qué significa salvo.

Salvo Iratxe. Salvo.

Iratxe.

No es una creación mía. Os juro 
que no es una creación.

Mía.

Ella no. Iratxe no.


Iratxe

.
Aquel caballo rojo que galopaba en la noche de julio...
No tenía jinete.
No tenía bridas ni estribos.
No sabía adónde iba.
No sabía por qué incendiaba
los bosques a su paso.
Sólo de una cosa estaba seguro:
de que era caballo.
.


Iratxe nunca será literatura.



El poeta loro

.
Esta es la historia del poeta loro
que nada más decía Iratxe Iratxe
y lo iba repitiendo por los bares
y los blogs y los muros y los foros.

Todo era en su balada Iratxe Iratxe:
sobre ese nombre rapsodiaba sólo
y fuera de ese sonsonete plomo
jamás se supo que cantara a nadie.

Pero Iratxe se fue. Sí. Para siempre
se fue. ¿Pensáis que el pobre penitente
se decidió a cambiar de repertorio?

¡Qué va! Estima el traspié tan poco grave
y asunto de verdad tan irrisorio
que sigue repitiendo Iratxe Iratxe.



La bengala

.
Iratxe, deja en paz a Iratxe,
recoge el caracol dorado de Acapulco
y cómprate un reloj con horas limoneras,
desbatániate, no leas mi blog, no leas mis versos,
abandona el metal de mis trenes sombríos
y aspira la rosa perfecta del ocho,
pero deja en paz a la Iratxe mía,
no ladres a la Iratxe mía,
no la cites,
no la roces,
no la cruces,
olvida y corre, escapa y vuela sobre Susa,
perfúmate de algalias o en cerezas rojas,
róbate un lunes y ponle corbata de Zara,
vete a Pekín y a Florencia, toca sus cuadros,
besa y bebe, postálate, muséate, iglésiate,
sorbe del París entero el gris de sus gárgolas
y no te olvides el pasaporte español en casa,
pero deja en paz a mi Iratxe,
no hagas llorar a mi Iratxe,
no la confundas,
no la pretendas,
no la compares.

Míos son el gorrión y la ronquera. Yo
soy el que canta, yo soy Iratxe. Aparta, por favor.
Quédate para ti la Iratxe tuya,
que la Iratxe mía la he creado yo
para arrojarla como bengala
contra las torres oscuras
de la poesía.

.

La belleza cometida

.
Así fue mi caída: blanca,
silenciosa como un búho en las grapas de la noche.
Y qué bello era su rostro
la tarde en que me dejaba.

Qué bello.
Como un cardo bello como una araña.
Como un puño como un cáncer qué bello.
Con esa belleza fácil y sin culpa,
pues ser bella no le costaba nada.

Qué le iba a costar. Ni siquiera
la tarde en que se fue
consintió en rebajarla.
Y fue increíble escuchar
“Ya no quiero estar contigo”
en su rostro de siempre,
qué bello era por dios,
qué bello.

Pero al menos escribo. Desde
el mismo lugar en que caí,
escribo. Ella sigue su camino,
cometiendo belleza,
y yo sigo en mis versos,
intentando la mía.
.

Yo jugué diecisiete años en Los Ángeles Lakers

.
Yo jugué diecisiete años en Los Ángeles Lakers,
yo la amé hasta gastar los nudos de mis rodillas,
yo besé su mirada hasta pudrirme los labios,
yo tomé su estructura de gran cilindrada,
yo la vi con ojos de cerca y con ojos de lejos,
yo la quise y la supe y soñé alejandrías
yo la tuve en los tiempos de nunca y de siempre,
yo gané,
yo perdí,
yo jugué diecisiete años en Los Ángeles Lakers.
.



Las hay mujeres saco. Las mujeres saco siempre están minando el suelo con bolas de cicuta para que los erizos alegres de Satán no se atrevan a revolcarse. Las mujeres saco patrullan de un lado para otro con su ojo catalejo y todo lo ponen junto, las zapatillas juntas, el calcetín con su par, el tenedor con su cuchara. Las mujeres saco se hicieron necesarias y correctas tras grandes renunciaciones: cuando era tiempo de niñas se conformaron con ser mujeres; cuando era tiempo de mujeres se conformaron con ser madres. A las mujeres saco se las puede ver por ahí, vestidas de solemne, siempre cambiando su miedo de sitio. Son las encargadas de encontrar las velas y de dar la segunda vuelta a la llave, de ahuyentar las feromonas y poner comida matadelfines en los desagües. Las mujeres saco salen con el paraguas a la calle y uno no sabe si son mujeres que llevan paraguas o paraguas que llevan mujeres.

Iratxe no es una mujer saco.

Las hay mujeres cartabón. Las mujeres cartabón nacieron en la fragua de Hefesto Sociedad Anónima y vienen al mundo con alarma incorporada, no sea que superen en un milímetro la apertura de sonrisa recomendada por el gobierno. Las mujeres cartabón son fieles pero no leales, pragmáticas pero no buenas, estúpidas pero no inocentes. Suelen acordarse del cumpleaños de los perros y nunca de los gatos. Siempre saben los granos de arroz que quedan en la despensa y cumplen en el 99’3 % de los casos sus previsiones de tristeza. Las mujeres cartabón suelen colocar en la sala un centro con flores de plástico, y a ellas siguen acudiendo las abejas demasiado tontas y los hombres demasiado listos.

Iratxe no es una mujer cartabón.

Las hay mujeres hucha. Las mujeres hucha prohibieron el chocolate de estrellas, fundaron mataderos de sueños, se mantienen lejos de las sonrisas. A las mujeres hucha sólo las puedes mirar a la cara si te compras una pértiga para saltar la valla de sus cejas. Pasan la mayoría del tiempo vigilando el azúcar en las fresas y los números en las cartillas. Les gusta mucho sentarse a mirar el culo a las gallinas, a ver cuándo dan un huevo, ya va siendo hora. Las mujeres hucha quieren saber lo que piensas cuando piensas y lo que no piensas cuando no piensas. Nunca comen aceitunas dulces, por si el cáncer de mama, ni ven partidos de baloncesto, por si la prórroga, ni beben cerveza, por si la alegría.

Iratxe no es una mujer hucha.

Las hay mujeres diadema. Las mujeres diadema siempre se están riendo de los chistes y de los delantales y también de los maniquíes. Pero un día se desata un terremoto con muertos y lágrimas y ellas siguen riendo, y por eso sabemos que son mujeres diadema. Las mujeres diadema son alegres sin consecuencia, inteligentes para nada, valientes salvo cuando sea necesario. Siempre llevan un espejo que las mira, un hombre tonto que las regala, unos padres vergüenza. Nunca suelen comer manzanas enteras, nunca tuvieron pasiones enteras, tampoco suelen repetir traje. Las mujeres diadema saben decorar las casas, eligen los postres de los bautizos, conocen al detalle las etiquetas y se ponen serias con lo que no importa.

Iratxe no es una mujer diadema.

No es una mujer saco. No es una mujer cartabón. No es una mujer hucha. .


Iratxe no.



...