Meteoros

Dos batallas mías: la batalla contra la humildad y la batalla por la alegría. La batalla contra la humildad la voy perdiendo. La batalla por la alegría la voy ganando. Trato de no perder la posición conquistada y hago planes para atacar las posicioneshumildes.
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No se me ayuda en nada diciendo que mis intentos de literatura son exhibicionistas. Exhibicionistas fueron Sócrates o Cicerón o Catulo o Montaigne o Nietzsche o Dalí o Cioran o Sexton. Prefiero que me digáis si mi exhibicionismo tiene alguna solvencia literaria.

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Los egos de los demás los vemos muy fácil, a cien yardas o desde más lejos, pero para ver los nuestros... Ahí tenemos más problemas.
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¿Y si fuera cierto que los poetas que se proclaman humildes fueran humildes de verdad? Me lo he preguntado alguna vez y he sentido pena por ellos. Casi prefiero que estén mintiendo.
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Todavía hoy, cuando me sale el habitual a decirme que mi blog y yo mismo somos egocéntricos, me dan ganas de decirle: ¿Y cuántos meses has tardado en darte cuenta? ¿Has llegado a esa conclusión tú solo o has necesitado de la ayuda de muchos? Porque todo en la propuesta de este blog, las portadas, las camisetas, los poemas, la forma diarística y confesional, es la propuesta de un ego con las velas abiertas, un ego que presume...
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Esto de la humildad en el poeta es como si un niño le dice a su madre: “Mamá, quiero ser Dios, te lo digo con toda humildad”. Pero no se puede ser Dios con humildad.
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Casi me emociona darme cuenta con qué naturalidad estoy sacando adelante mi propuesta de poeta hacia afuera. La mayoría de poetas que conozco siguen actuando fúnebres y con sigilo, muy asustados ante la idea de que alguien los identifique con la palabra
ambición” o “narcisismo”. Y es una actitud que, en mi opinión, hace mucho daño, porque genera un tipo de poeta acomplejado cuyos planes consisten en fingir que no tiene planes, en estar en la pomada sin que se le note que quiere estarlo, en tratar de asomar la cabeza sin que parezca que asoma nada. Pero el poeta que yo veo debe comportarse como si estuviera haciendo algo bueno; no entiendo a los que conspiran o se ocultan como si estuvieran haciendo algo malo.

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El niño que quiere ser astronauta o futbolista o actriz o poeta o presidente no es que sea vanidoso, es que es un niño. Pero las personas que a los treinta años pasados siguen soñando e intentando ser poetas, actrices, astronautas o presidentes, lo que están delatando es que sufren un desequilibrio psíquico grave o son de una arrogancia caballuna. Qué coño van a ser humildes.

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Se creen que lo político mata la obra; te dicen panfletario y te dan a entender que lo consideran un menosprecio, pero el panfleto es un género grande y antiguo que se caracteriza por el maniqueísmo, el ingenio, la violencia expresiva y el énfasis. Grandes panfletarios de mi predilección son Quevedo, Voltaire, Hugo, Marinetti o Pablo de Rokha.
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Prefiero la intensidad a la precisión, la emoción a la belleza, una cierta arbitrariedad a una falta absoluta de arbitrariedad. Si me dedico a criarle hijos a la emoción, a matizarla, a encorsetarla, a verificarla, mi emoción se difumina, se aminora, se enfría y se convierte en un depende, y eso sí que no: yo soy un escritor de los colmos, soy un hijo de Victor Hugo.


Noto que se agravan mis problemas de orientación, de por sí galopantes. Desde diciembre, por motivos que desconozco, no consigo recordar y diferenciar las calles de doble sentido de las de sentido único. Me he impuesto mirar siempre a los dos lados, no sea que me pase como a Barthes, que murió atropellado cuando iba embebido en sus cosas. ¿Me estaré volviendo loco? Sólo pensarlo me emociona.

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La exagerada e incontrolable popularidad que se consigue en la red. Si nos atropellara mañana una excavadora de Gallardón, muchos de nosotros moriríamos más populares que el propio Cernuda, que murió casi desconocido. Pero Cernuda dejó una obra central, y nosotros...
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Si pudieras correr siempre, maldito hermano del viento, si te fuera imposible detenerte, ahora que sabes que el despacio te lleva a la tristeza, si pudieras vivir corriendo, volando, ligero como un globo o como un trébol, como una ele trazada con lápiz, vivir sin mirar al suelo, implacable en tu hastío, sin desmayar nunca en tu odio a la realidad.
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Hay que venir a las tertulias ya llorado, dice el novelista Manuel Vicent. Pues bien: hay que escribir en los blogs ya llorado. Escurres las bitácoras de algunos y te sobra para llenar una cisterna.
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Noto a algunos poenautas con síndrome postneorrabioso. No se explican la altanería y el desdén del nuevo Batania. Añoran al de antes, al incauto que se dejaba, al bobo a disposición de todos, lo quieren de vuelta para convertirlo de nuevo en un mono de circo. Quieren, ellos se encargarían, meterlo en peleas, inventarle enemigos, disfrutar en grande, de lejos y a su costa. Pero ese Batania no va a volver. Lo siento.

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La vida del poenauta. Un infierno maravilloso. Una paloma con patas de hiena. Una abeja con orejas de lobo, como diría una de mis admiraciones. A veces me dan ganas de besar a todos los blogueros, a veces sólo quiero dispararles.

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Paco Sevilla me envía un correo redactado a cuerpo sesenta en el que me dice que está hasta los cojones de mi Diario y de mis estupideces, que mande todo a tomar por el culo y que me dedique sólo a hacer mi obra, mi obra personal. Iratxe lo ha leído y, como siempre, está de acuerdo con Paco en todo.
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Un secreto para sobrevivir en la red, quizá no sea una tontería: uno debe comportarse como si los demás sufrieran mayor grado de desamparo.
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Por última vez: no se escribe Iraxte ni Irache ni Hiratxe. El único nombre de Dios es Iratxe.
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Ese barco increíble que desdeña la calma del océano y se lanza alegre contra las rocas, sin saber que las rocas no van a ser capaces de destrozarlo, las rocas ya no tienen fuerzas, no las de este tiempo.

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Una estereotipia de mi gusto: hay poetas que rumian y poetas que vomitan. Yo voy con los vomitadores, los que comen carne con las tripas, y contra los rumiantes, los que comen hierba con el cerebro.
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La mexicana Elizabeth Sobarzo me escribe que donde ella vive te meten en la cárcel por hacer pintadas. Pues en Madrid no, Elizabeth. Aquí sólo te multan con tres mil euros por la primera pintada y con seis mil por la segunda.
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SI pudieras correr siempre, maldito hermano del viento, si te fuera imposible detenerte, ahora que sabes que el despacio te lleva a la tristeza, si pudieras vivir volando, ligero como un globo o como un trébol, como una ele trazada a lápiz, vivir sin mirar al suelo, implacable en tu hastío, sin desmayar nunca en tu odio a la realidad.
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CONVERTIR mis ignorancias en forma de vida, ser mi propia fiera, alejarme de los poetas españoles por europeizados, por ya concluidos, fundar un nuevo vandalismo, ensuciarme con algunos poetas panhispánicos que aún conservan restos de barbarie, amar mis violencias por encima de todas las cosas, por mucho que sea consciente de que voy a perder. Noto con tristeza que mis intransigencias se van haciendo sabiduría. Triunfará el enemigo, es inevitable, yo mismo seré el enemigo.

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Me hacen gracia los que me aconsejan que deje las pintadas, Batania hazme caso, hay muchasecreta por las calles, la policía acabará sorprendiéndote. Muchas gracias por el interés pero, para coger a Batania, sorprenderlo es un paso bien pequeño. Después hay que capturarlo. Capturar al campeón de pala en La Arena. Al proclamado mejor delantero de Muskiz. Al campeón de cross en Derio. Al que se ganó los apodos de “la liebre de Lauros”, “siete pulmones” o “el africano” cuando menudeaba por los frontones de Vizcaya y Cantabria. Yo también tengo curiosidad por saber cuánto me dura un agente de policía corriendo por detrás.
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SOBRE todo, no rendirse a la embriaguez del lenguaje, considerar la palabra como una herramienta, desconfiar de sus encantos, defenderse de ella. La palabra es un cuchillo y los cuchillos se cogen por el mango.

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DEFENDER la palabra contra la música, el sentido contra el sonido, la verdad contra la belleza, lo natural contra lo acabado. Acudir a un congreso de poesía y pronunciar, como forma de protesta, la palabra lechuga.

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EL que hace poesía con el libro Mis cien primeras palabras, ése es un poeta.

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POR qué la mayoría de los poetas empeora cuando empieza a aprender. Me pregunto.

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NO leer los libros, sino contraleerlos. Cuanto mejor sea el libro, mayor mi enemigo.

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UN gran poemario no es más que un ladrón de personalidad. Si un poeta me influye algo, que sea después de una gran lucha.

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EXPERTO en desquiciamientos, comienzo a sentirme de acuerdo con mis incoherencias, acostumbrado a mis destrucciones, resignado a mis ciclotimias, puedo calcular sin fallo mis nuevos desmoronamientos. Antes sentía la embriaguez de caminar sobre el alambre, pero, ahora que llevo años de funambulista, ¿no será el alambre mi manera de tierra firme?

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ES imposible que me modere porque considero el autocontrol como una forma de mediocridad.

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YA no me molesta que antepongan mi prosa a mi verso, porque me he dado cuenta de que mi necesidad de contarme destruye todos los géneros. Mi única fórmula de escribir es hacerme una entrevista diaria. Yo no soy poeta ni prosista, por tanto: soy Batania y escribo Batanias.

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ENSUCIARLES con mi vitalidad, ahogarlos de optimismo, metabolizar toda la respiración de mi época y tergiversarla hasta dar una síntesis de alegría, ése es, debe ser, quiero que sea mi proyecto.

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ME han matado las ideas bellas, se han follado las palabras grandes, han asesinado la utopía, me la han borrado. Mi poeta debe trabajar por encima y a partir de esa tragedia.

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A VECES creo que estoy escribiendo mil kilómetros alejado del resto de los hombres. Pero pronto comprendo que es un pensamiento que me gusta y por tanto cómodo, aplaciente, falso.

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CLARO que soy humilde. Por eso no he publicado todavía nada. Por eso estoy con todos y con nadie. Pero cuando abro el portátil y me pongo a escribir, dejo la humildad en la nevera. Escribo desde la violencia y el desamparo, escribo desde el-darme-importancia. No escribo desde la humildad, mi humildad no es creativa.
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NO he podido superar mi concepción del poema como artefacto moral: por eso me voy de la poesía, para contar mentiras, para hacer malabares, para adjetivar, para lucirme, para dejar de dañarme.
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CUALQUIER cronista de Indias me parece hoy mucho más poético que Garcilaso. El poema se me antoja caducifolio, se me gasta enseguida, no soporto el fetichismo del artefacto, su insufrible teatralidad, cuántas veces tendré que decirlo.

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CLARO que los poetas proceden de otro mundo. De un mundo peor.

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SI pudieras correr siempre, maldito hermano del viento, si te fuera imposible detenerte, ahora que sabes que el despacio te lleva a la tristeza, si pudieras vivir corriendo, volando, ligero como un globo o como un trébol, como una ele trazada a lápiz, vivir sin mirar al suelo, implacable en tu hastío, sin desmayar nunca en tu odio a la realidad.
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CON el fin de justificar la demasiada aparición de la palabra Batania en mis poemas, voy haciendo un catálogo de los poetas que incluyeron su nombre en los suyos. Añado a Pierre de Ronsard, que en Sonetos a Helena escribe: diréis emocionada al cantar mis versos / "Ronsard me festejaba cuando yo era bella".
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EL maldito Batania que te pone la gente, ese perro al que le han atado cien latas y ya no puede correr sin oír el sonido de su nombre, de un nombre que se han inventado ellos, un Batania que no soy yo, que ya no puedo controlar. Pero a estas alturas me da igual el ruido de las latas. Vine por mi padre y voy a destruirme por él. 
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JOSÉ Ángel Barrueco dice en una crónica que al último recital de Javier Das sólo acudieron ocho personas, y eso que en Facebook le habían confirmado su presencia en un número de diecinueve. Pero ocho personas no es ningún drama: yo di un recital para cuatro personas en el Centro Juvenil Galileo, y he estado de único público en otros dos. Gema González fue a un recital de Ana Rossetti en Vallecas al que sólo acudieron cinco personas. Y era Ana Rossetti.
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ENSUCIARLES con mi vitalidad, ahogarlos de optimismo, metabolizar toda la respiración de mi época y tergiversarla hasta dar una síntesis de alegría, ése es, debería ser, quiero que sea mi gorrión con sombrero, la locura Batania, mi proyecto neorrabioso
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OGSMANDE Lescayllers me hizo un aparte el viernes pasado. Que no te vuelva a ver mandando a la mierda a todo el mundo, me dijo, tienes que defender tu espacio, me dijo, porque el espacio que ocupas es tuyo y sólo tú sabes ocuparlo, me dijo, y tienes que darte a la gente porque la gente quiere que te des, me dijo, y sigue divirtiéndote en el blog. Me dijo. 
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ESCRIBIR poemas con caja. Estoy obsesionado con escribir poemas con caja. Para escribir poesía sin caja ya tengo la prosa. Una caja que no sea asalmonada, endecapléjica, sino una caja de ritmos dinámicos. 
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EL problema de los ritmos sintácticos: por salir de la atonía del endecasílabo se entra en la atonía de la anáfora y el paralelismo continuos. 
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A veces creo que estoy escribiendo mil kilómetros alejado del resto de los hombres. Pero pronto comprendo que es un pensamiento que me gusta y por tanto aplaciente, falso. 
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ME han matado las ideas bellas, se han follado las palabras grandes, han asesinado la utopía, me la han borrado. Mi poeta debe trabajar por encima y a partir de esa tragedia. 
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EL problema endémico de la poesía panhispánica: en la duda entre sonido y sentido, el primero siempre ha salido ganador. Por cada Roberto Juarroz tenemos cien Rubén Daríos, por cada Manrique cien Garcilasos. Me parece una poesía de utilería: yo no soy panhispánico, yo escriboextranjero
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PARODIANDO a Joyce, podría decir: “No me hable usted del estilo. Sólo me interesa la guerra”. 
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ESTOY en alza. Empiezo a recuperar la temperatura que necesito para escribir bien. Temperatura, para mí, es gasolina, violencia a favor, orgullo de mí mismo, ansia de romperle las piernas al lenguaje. Voy a meter mi ojo en el mortero y lo voy a machacar hasta que estalle de palabras. 



• • • Tendría que haberme matado cuando murió mi padre. Pero qué me voy a matar, si para eso hace falta algún brío y yo tengo miedo hasta de mi propia respiración. Los hay que son valientes y los demás escribimos poemas.

• • • Que haya venido a Madrid y me haya puesto a escribir sin ninguna vocación, que esté cargando con el fardo de las letras cuando la literatura me importa cero, es que lo pienso un poco y es increíble. Soy un caso modelo de endemoniado, estoy seguro.

• • • De qué color es la muerte. Quiero saber. Los vivos no me interesan nada.

• • • Recuerdo que en Lauros se decía que mi padre se volvió loco a partir de los 45 años. Cuarenta y cinco años. Yo tengo 37. Me quedan ocho para seguir viendo las cosas como son. ¿O quizá como no son?

• • • No voy a tener cojones para acabar El hijo de Puskas. Lo noto. Me dedico a escribir los capítulos folclóricos porque no tengo redaños para dirigirme al centro.

• • • Sobre el esfuerzo físico que necesito para escribir sobre mi padre y sobre Iratxe. Acabo un texto sobre ellos y tengo que ingerir de inmediato dos platos de comida, porque me quedo literalmente vacío.

• • • Qué cansancio este de recoger los cristales de mi padre muerto. Cuántos cristales. Miles de cristales. Y ahora, los cristales de Iratxe. Más cristales. Millones de cristales.

• • • Pero no consigo ser sombrío. No duro apenas. Es una gran ventaja. Siempre he pensado que lo más importante es el primer disparo, que nada más nacer le decimos sí o no a la vida. Yo dije sí.

• • • Iratxe y mi padre. Cuando vivían no eran tan fieros. Pero ahora. Creo que hasta quedan juntos y hablan de mí. Me los imagino. Se ríen a carcajadas.

• • • Tenía un muerto. Ahora tengo dos. Un muerto y una muerta. Les doy de beber todos los días. Es importante la bebida. Para que no se mueran en serio.

• • • Por lo menos, estoy totalmente solo. Gracias a dios que estoy solo. Tener amigos y esas mierdas, vamos, lo único que me faltaba.

• • • En marzo estuve peor. Bebía. No sólo porque me gustara beber: lo que me gustaba era mirarme al espejo mientras bebía; hallaba placer en humillarme, en decirme qué grande eres, Batania, pero qué grandísima basura.

• • • Iratxe arruina los bosques de coníferas. Iratxe incendia los campos de trigo. Iratxe asalta los supermercados y deja en la caja tulipanes amarillos. Iratxe crece dentro de mí, la siento crecer, qué desgracia.

• • • Pero escribo. Sigo adelante. La vocación se puede inventar. El talento es una suma de esfuerzos artificiales. Sigo adelante. Los próximos meteoros serán blancos.


Doce meteoros (mayo de 2009)

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¿POR qué Blogger no ofrece un aviso o rótulo para impedir que tengamos seguidores los que no los deseamos? BLOG LIBRE DE SEGUIDORES Y PEDERASTAS, por ejemplo. Insisto, lo he dicho ya mil veces: no quiero seguidores, detesto a los seguidores.

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LA mano neorrabiosa guarda los prospectos de los medicamentos, las facturas del supermercado, las cuentas de la luz, los billetes de teatro, las instrucciones del mando a distancia, las etiquetas del brick de tomate, del champú; el ojo neorrabioso tiene a mano un callejero y las Páginas Amarillas igual que el DRAE, el Seco o el María Moliner.
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EL prestigio de que disfruta la holgazanería entre los poetas, yo es que no me lo explico.

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CUÁNTOS me han dicho que me pare, que no prolifere, que no lea tanto, que me estoy pasando de vueltas, que me vaya a la playa un par de días... A la playa, sí, tengo el correo a la vista. Como si la playa de Madrid estuviera ahí, en Lavapiés.
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ME doy cuenta. Los poetas que practican el video-poema son mejores por el video que por el poema. Los que practican la prosa poética son mejores por la prosa que por la poesía. Los recitadores valen más por el recitado que por el verso. Enterremos al verso de una vez, por favor, yo no puedo resistir, yo sufro ante su decadencia.
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LOS poetas partidarios de la gandulería suelen citarme esta frase de Picasso: “Yo no busco, yo encuentro”. Suelo contestarles con esta otra, también de Picasso: “Cada vez que me viene la inspiración, me encuentra con el pincel en la mano”.
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NO quiero premios para mis blogs, lo he dicho cien veces, no me considero tan malo como para merecer premios. Los premios deben discriminar: si son igualadores no me interesan nada. Siempre he defendido la democracia de oportunidades, pero me opongo a la de resultados. Desarrollo cuatro blogs que pueden ser buenos, malos o medianos, pero son blogs que sólo se pueden escribir dedicándoles dieciséis horas al día. Mis blogs se hacen con pasión amateur y horario profesional: no me comparéis con otros, por favor. No es cuestión de pose ni de vanidad sino de justicia. Mientras los premios sean para todos, me concedo el premio de no tenerlos.
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EL orgullo y hazaña de la neorrabiosfera, el motivo por el que acabaré en la cárcel, es mi blog Poesía Mundial de la A a la Z. Cuando ni un solo diario había reseñado Tornado, de Gimferrer, el pirata neorrabioso ya ofrecía veinte poemas al público. Dos semanas antes de que se presentara en el FNAC de Callao, por primera vez en Panhispania, la traducción de las poesías completas de Sylvia Plath, el diablo cachicuerno ya había colgado 70 poemas. ¡70 de los 210 del libro! Para mañana se anuncia el copiado ín-te-gro de Los cuatro cuartetos, de Eliot, en traducción de José María Valverde.
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CUANDO alguien me dice que tal o cual poeta es bueno, no sé si lo dice con alegría o preocupación. De ese malentendido viene nuestra tragedia.
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NO sé si la gente es consciente de la caída de excelencia poética que va de Lorca a Gamoneda. De Gamoneda a García Montero. De García Montero a nosotros.
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¿QUÉ es lo que me haría más feliz, mañana, al abrir el portátil? El descubrimiento casual de otro Álvaro Guijarro (AQUÍ), de otra Bibiana Poveda (AQUÍ)... No tolero el talento de los otros: la envidia me haría crecer.
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EN el mundo del deporte todos saben que las superioridades son buenas. José María Olazabal, golfista: “Desde que llegó Tiger Woods todos hemos mejorado dos golpes por torneo”. Justine Henin, tenista: “Cuando aparecieron las hermanas Williams creíamos que se iban a repartir los torneos durante una década. Pero ocurrió que las demás despertamos, cambiamos nuestra preparación y empezamos a meter horas de gimnasio. Al de tres años ya estábamos a su mismo nivel”. ¿Se entiende lo que quiero decir?

NO es cierto que todos los poetas valgan lo mismo, ni que la juncia sea como el romero, ni que la primera idea que te viene a la cabeza sea siempre la mejor, no es cierto que la inspiración sea propiedad de los poetas y no, por ejemplo, de los electricistas, no es cierto que el trabajo sostenido perjudique la creatividad. No es cierto.

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ESCUCHO a algunos poetas hacer llamamientos a la humildad, a la prudencia, a la mesura. Bah.

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LO mejor de la red: que es democrática. Lo peor de la red: que es democrática. Se confunde la democracia de oportunidades con la democracia de resultados. Pero siempre habrá unos poenautas mejores que otros.


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YA no leo artes poéticas en prosa que tengan más de diez líneas. Que se pongan estupendos con otro. Pero la que incluye Bárbara Butragueño en la antología Poesía Capital sólo tiene tres. Dice así: “La poesía es un grado de apertura de los párpados. No la entiendo como oficio o como ejercicio. Escribir es vomitar conejitos blancos”.

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CLARO que soy humilde. Por eso no he publicado todavía nada. Por eso estoy con todos y con nadie. Pero cuando abro el portátil y me pongo a escribir, dejo la humildad en la nevera. Escribo desde la violencia y el desamparo, escribo desde el-darme-importancia. No escribo desde la humildad, mi humildad no es creativa.
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ILKHI Carranza tiene la mirada cavernosa, profunda, de hombre como salido de una guerra. No sé si es mirada de loco o de hombre que ha visto muchos locos.

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NO soy miembro de un solo grupo literario de Madrid. No estoy en un solo balcón. Tengo libertad para decir lo que me dé la gana. Todas mis recomendaciones se basan en pasiones subjetivas, no amistosas: yo no tengo amigos (me guardo mucho de tener amigos poetas).

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CON Ilkhi hablé sobre el tiempo y energía que han perdido los artistas vascos, gallegos y catalanes en justificar la ficción de su identidad nacional, bien sea a favor de los unos o de los otros. Cuánto mejor el que nace en Sevilla, en Zaragoza, en Madrid, donde la ficción de España no se discute por ya consolidada.
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LA poesía de Madrid se me asemeja a un hámster dando vueltas a la misma rueda: comienzas tímido, te aproximas, derivas en confianzas y luego en hastío. La red, en cambio, es un transiberiano polisílabo: nunca se acaba, parece que nacen proyectos de poeta por todas partes.


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EN Madrid hay un poeta bueno por cada cinco malos, y a éstos tampoco hay manera de hacerles saber lo malos que son, porque enseguida te muestran sus publicaciones (las tienen), sus premios (se los dieron), sus amigos (fingidos). La carencia de lectores que padecen también la ven como un mérito: en ningún gremio como en éste se toma la falta de éxito como el mayor éxito.


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–POETA MALO: ¿Cómo sabes que solamente uno de cada cinco poetas madrileños es bueno?
–NEORRABIOSO: Por la misma razón que Baudelaire nos parece a casi todos mejor que Núñez de Arce.
–POETA MALO: ¿Crees que la poesía se puede pesar igual que un kilo de lentejas?
–NEORRABIOSO: No, pero tampoco es una materia tan resbaladiza como a ti te conviene.
–POETA MALO: ¿Acaso tú te crees bueno?
–NEORRABIOSO: Yo no he publicado nada hasta ahora y tampoco lo haré este año, me parece que con eso te contesto.
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Diez meteoros (1 de abril de 2009)

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Descubro que soy un fetichista de las palabras. Desde queKngsuggar me explicó lo que significaba la palabra papalote, ya no quiero utilizar la palabra cometa: el papalote me suena mejor, me vuela más alto.
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Hace dos meses escribí por primera vez la palabra vaca en uno de mis poemas, y al terminar el poema todo me sabía a vaca, me olía a vaca, me sonaba a vaca. Debo tener cuidado con las palabras cuya abundancia de significados no puedo controlar. Prefiero escribir la palabra león, que tiene para mí un significado sencillo y universal, un significado que domino.
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En nuestro encuentro en Madrid, Pedro Arguedas me dijo que él no podía ser un buen poeta “porque no tengo carrera”. A Pedro le voy a componer una lista de poetas que no tenían carrera. Ahí va el primero: Miguel Hernández.
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Un indicio no pequeño de mi decadencia es que he vuelto a recaer en Camilo José Cela. Extraigo de El camaleón soltero la siguiente perla: “Lord Byron tenía a la pluma por un poderoso instrumento en manos de hombres insignificantes”.
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Unos prefieren al Batania polemista, otros al que hace las pintadas, al que escribe las prosas, o los artículos cómicos, o al que recita, o el que monta su propio espectáculo. A día de hoy, creo que sólo hay cinco personas que elogian mis poemas por encima y hasta a pesar del resto: Alejandra Goerne, Juan Sebastián Chacón, Ignacio Navas, Alberto Yago y Ogsmande Lescayllers.
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Dije que un neorrabioso debe leer cuatrocientos libros al año y me lo van a hacer pagar toda la vida. Pero Juan Rulfo reconoció que, en sus tiempos jóvenes, se leía dos novelas al día, y Fernando Sánchez Dragó jura que no hay año que baje de los quinientos libros. Sartre, por su parte, dejó escrito que se movía en una horquilla entre los doscientos y los trescientos. La propia Viví Massares, en una entrevista que le hace Alonso de Molina para la revista Alaire (AQUÍ), dice que para los veinte años ya se había leído 2500 libros. O somos unos mentirosos de marca o el que no corre vuela.
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Cuántas veces habré de decir que los diccionarios de sinónimos, si no son razonados, no sirven para nada. Nuestro idioma apenas tiene sinónimos puros. Hace poco un chico de mi trabajo me dio a leer algunos de sus poemas. En uno de ellos, para evitarse escribir "caballo negro", que le pareció poca cosa, pinchó en el diccionario de sinónimos de word y lo cambió por "alazán negro". Pero los alazanes no son negros.
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Tampoco hay que fiarse del corrector de word, porque sólo cuenta con un glosario de 35000 palabras, y no es un corrector inteligente: se limita a llamar la atención sobre las palabras que no existen. Si yo quiero escribir, por ejemplo, he hecho todo lo que he podidoy, por ignorancia o errores de tipeo, acabo escribiendo e echo toro lo que e podrido, el corrector no me da ninguna alerta.
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Quizá sea normal que se haya demorado tanto la palabra vaca en mis poemas, como es normal que en el Corán no aparezca ni una sola vez la palabra camello. No se escribe de lo sobrentendido.
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Ya no me preocupa que antepongan mi prosa a mi verso, porque me he dado cuenta de que mi necesidad de contarme destruye todos los géneros. Mi única fórmula de escribir es mirarme a un espejo distinto cada día para encontrar una nueva forma de ser sincero. Yo no soy poeta ni prosista, por tanto: soy Batania y escribo Batanias.



LA soledad es una droga dura, una borrachera, ella misma se retroalimenta. Presentadme un solitario y os diré: he aquí un gran soberbio, alguien que sufre complejo de superioridad.
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NO es que seamos aburridos los poetas que hablamos de poesía. Lo que ocurre es que la mayoría necesita subirse a un escalón para tratarla. Son muy pocos los que la tratan a nivel del suelo, y ninguno el que se baja para hablar de ella. Las conversaciones sobre poesía están por inventar; de momento siguen siendo nidos de solemnes y eruditos a la violeta(Cadalso).
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UN título para un ensayo: del daño que puede hacer el bien cuando se hace con altanería. Personajes principales: Sócrates, Jesucristo, Voltaire.
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SOBRE la dificultad de escribir sobre la alegría. En mis poemas moralistas, se nota un esfuerzo por hacer malignos los llamamientos a la vida, por dar una alegría sucia, por abordar el azúcar desde una perspectiva lateral. Después de Byron y Lautréamont, todo intento de escribir sobre la alegría y la felicidad se vuelve retórica, asunto de preceptores, discurso falso. Entiendo que debo escribir sobre el bien con las herramientas del mal.

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EN el Femary discuto y disfruto de fútbol con el camarero. Sé que me voy a perjudicar al decir esto, pero... ¿por qué no hablamos de poesía como los futboleros hablan de fútbol?
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NO quieren reconocer la importancia del azar en toda creación.
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Sobre la proliferación de los metapoemas. Si el panadero me negara la barra de pan y pretendiera cobrarme por la forma de hacerla, le tomaría por un loco o por un ladrón redomado. Sólo entre poetas puede funcionar este endriago en el que hasta yo mismo me he dejado atrapar. El metapoema es el síntoma de nuestra avitaminosis, la huella de este siglo de eunucos, el reflejo de nuestra decadencia creativa. .

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Víctor Vergara sostiene que los mejores poetas jóvenes son mujeres y Gsús Bonilla piensa lo mismo. Estoy de acuerdo, pero yo les propongo a Víctor y a Gsús el siguiente juego: apuntemos en una servilleta nuestras diez o doce poetas jóvenes predilectas y guardemos esa lista en un cajón durante quince años. Me juego hasta la punta de las pestañas a que, quince años después, más de la mitad ha dejado de escribir o escribe sólo para sus sobrinos, algo difícil de creer en el caso masculino. Las razones son varias y complejas, pero no me parece la más pequeña que, además de escribir, el poeta debe aprender a boxear.

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La absurda pretensión de ser original. Durante siglos, la misma catedral gótica se podía repetir trescientas veces por toda Europa y la peste del soneto se extendía de Londres a Madrid. Ahora no. Ahora hay que ser original. No entiendo qué mérito tiene la originalidad en sí misma, salvo que se convierta en una forma de naturalidad..

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¿Cuántos poenautas conocen la existencia del punto y aparte? Cuando leo algunos mamotretos y consigo alcanzar la última línea, suelo buscar una bandera para clavarla, como hacen los alpinistas que hollan el K2.
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Ocho meteoros (24 de marzo de 2009)

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GSÚS Bonilla, el lunes pasado: “Si algunos de mis familiares extremeños descubrieran lo que estoy escribiendo, creo que no les haría mucha gracia”. No sé qué es peor para la tranquilidad de las familias: que tu hijo se enganche a las drogas o se haga poeta confesional.
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ME estoy cansando de leer artes poéticas en prosa. ¿Por qué las editoriales obligan a escribirlas? Se llega a lo grotesco. Todo el mundo quiere ponerse estupendo, tirarse el folio de cráneo previlegiado, mezclar a Plotino con Heidegger y por ahí, pero luego te lees los poemas y dices: ¿Sólo?
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HE instalado a Otra Iglesia es imposible (AQUÍ) como página de entrada en mis dos portátiles. Aulicino & Company me parecen el caviar de la red, el gran ojo discriminatorio de la bloguesía. Los poemas escogidos son frescos, actuales y no reniegan de lo narrativo, sino que integran en el verso lo mejor de la prosa. Hasta los poemas clásicos que publican son rabiosamente contemporáneos. No son argentinistas; entiendo que la poesía dominante en esa bitácora es la estadounidense o la que se mueve en su campo magnético.

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UNO padece una tristeza de fuerza tres, pongo por ejemplo, y al escribir sobre ella, sucede que le aumenta a fuerza quince. Que no me vengan con propiedades terapéuticas ni otros carneros: la poesía confesional es una bomba de racimo. Uno se gusta en el sufrimiento, hace lo posible por sufrir más, trata de inventarse el sufrimiento, de hacerle hijos, y lo peor es que lo consigue. Los que escribimos ese tipo de poesía no sabemos lo que nos estamos perjudicando.
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DE hace un tiempo, sólo quiero escuchar a aquellos poetas cuya recitación se asemeja a una catarata sólida de palabras, a un chorro ininterrumpido de voz. Isabel García Mellado, por ejemplo. O Escandar Algeet. O Elia Maqueda. No puedo sufrir a los saltimbanquis, a los polichinelas, a los que son como yo. Cada vez que noto una mueca, una dejación de lo recitativo para entrar en lo interpretativo, me dan ganas de exclamar: ¡Trampa!

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POETAS rusos y poetas confesionales: he aquí, a grandes rasgos, los dos grupos de poetas que se suicidan en el siglo XX.

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¿POR qué debemos hablar de poesía en los bares? Yo no quiero, yo ya hablo suficiente de poesía en mis blogs. El escritor Raúl del Pozo suele acudir a las tertulias de actores o pintores, que juzga dinámicas, vivaces, pero nunca va a las de escritores, porque le parecen un plomazo. Claro.
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POR última vez, a todos los que escriben poemas confesionales: no pienso ir a buscaros al Puente de Segovia.
..EXPERTO en desquiciamientos, comienzo a sentirme de acuerdo con mis incoherencias, acostumbrado a mis destrucciones, resignado a mis ciclotimias, puedo calcular sin fallo mis nuevos desmoronamientos. Antes sentía la embriaguez de caminar sobre el alambre, pero, ahora que llevo años de funambulista, ¿no será el alambre mi manera de tierra firme?

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EDGAR Morin sostiene que el hombre no se hizo cazador, sino que el cazador se hizo hombre. El hombre es un animal domado, por tanto, y el poeta, me atrevo a decir, alguien que añora a su cazador perdido.

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QUÉ absurda pero qué real nuestra necesidad de unicornios. En Escenas, hace dos miércoles, un chico dice antes de recitar: “He estado los tres últimos años de mi vida viajando de país en país para hacer la revolución. Mi modelo era el Ché”. ¿El Ché? ¿La Revolución? ¿A estas alturas de siglo XXI? Aún no me he recuperado de la impresión.

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VICENTE Muñoz Álvarez dice que algunas de las 23 Pandoras padecen de “efecto barranco” después de las bulliciosas presentaciones de la antología. El efecto barranco: el hastío por las expectativas cumplidas, el desprecio por los logros, el tomar a los amigos por enemigos, las risas por máscaras, el odio-a-uno-mismo, la tensión que estalla justo cuando se logra superarla, la tristeza de saberse a la altura, el salirse de los quicios no a causa de la derrota, sino de la victoria. El darse cuenta de que el miedo al fracaso es la única motivación y el triunfo es una farsa, pura mentira, avellanas vacías. Yo soy un experto en el efecto barranco, acabaré escribiendo un ensayo.

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CAIGO en la cuenta de que en mi casa no tengo un solo paraguas, una sola alfombra, un solo pijama. Soy un poeta a la intemperie.
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DECEPCIÓN general ante mi nuevo blog. A una poenauta no le parece suficiente con dejar de leerme; prefiere despacharse en su bitácora con una entrada de veinte líneas en la que llega hasta el insulto. Otro considera que ya no soy neorrabioso, sino minirrabioso,neorrabiosito, y se cree obligado a acudir a mi trabajo para decírmelo personalmente. A estas alturas de partido, ya nada me sorprende, pero a los que pretenden que vuelva al blog anterior, sin duda para disfrutar a mi costa con el espectáculo de una nueva destrucción, sólo les digo una cosa: ¿por qué no os vais a la mierda?

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EL increíble desprecio a los demás que me invade, la vanidad entrando con todos sus barcos. Que me envíen todas las plagas pero jamás me obliguen a tener un amigo.
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Seis meteoros políticos (Mayo 2008)

I

Mientras Iratxe y yo 
contábamos 
el dinero que nos faltaba 
para llegar a fin de mes, 
un Mercedes 500 
pasó tan rápido 
y tan cerca de nosotros, 
que se me cayeron 
tres monedas de euro. 

II 

Siempre creí que la tristeza 
sólo engendraba mellizos 
en el interior de las casas, 
hasta que ayer, 
mirando las luces verdes 
de Cajamadrid, 
me di cuenta como nunca 
de lo pequeña que es 
la casa de muñecas 
de nuestra felicidad. 

III 



Yo soy yo 
y mi circunstancia, 
escribió el sabio, 
pero el hombre del que hablo 
nació en una barraca 
de Calcuta 
y vivió aplastado 
por la circunstancia; 
de la palabra yo 
nunca supo 
si era cobre falso 
o minotauro del mañana.

IV
 

En el Bar Femary 
aquellos ancianos 
discutían juveniles 
sobre Rajoy y Zapatero 
y me hicieron notar 
el reflejo de mi edad 
trigenaria 
ahogándose en la jarra 
de cerveza.
El hombre es un ser
de lejanías, 
escribió el sabio,
pero la mujer de la que hablo
se integró en las clases medias
y nunca tuvo ideas enteras.
Su vida transcurrió
entre zumos de hipoteca
y colas de gato.
VI 
La altura sin peonías
 
que alcanza el Banco de Santander 
me basta para condenar a esta época. 

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