caja desastre con trozos que ha ido "olvidando" el poeta neorrabioso Batania por la red y surgida de un impulso espontáneo tras la vigésimoquinta vez que este poeta ha decidido eliminar sus blogs y para ahorrarme un nuevo disgusto.
Páginas
- Inicio
- Argi
- Natalia
- Iratxe
- Alegrías
- Meteoros
- Test para saber si eres poeta
- Convocatoria para elegir a una nueva Iratxe
- La Voz Neorrabiosa
- Endecálogo para poetas bukowskianos
- juicio al poeta neorrabioso
- Los tres hombres que lograron matar a Batania
- Catálogo de gilipoetas
- nueva aguja de navegar cultos
- 23 razones para comprar el primer libro de un poet...
- diferencias entre miraquelindos y neorrabiosos
- Relación definitiva de poetas obvios y elípticos
los extranjeros
Ningún águila de oro volaba sobre Lauros
el día en que nació mi padre; en Astobieta
no había escudos de armas ni aldabas repujadas;
no había arpas ni acordeones ni libros
duros en anaqueles de cedro. Mis ancestros
fueron hojalateros, patateros, cabreros,
molineros, peones, carreteros, labriegos
que miraban la luna para plantar las berzas,
pastores que ordeñaban vacas, castraban toros,
mataban gatos blancos, segaban hierba fresca
tres veces cada año, montaban el caballo
sobre la yegua y recogían argoma,
yo
procedo de un linaje sin linaje,
de una aldea de avena sin historia,
un pueblo protegido y forrado de silencio,
un pueblo de solos y de nadies.
Nadie de Lauros rindió Tenochtitlan.
Nadie persiguió ballenas hasta Terranova.
Nadie posó ante el árbol de Gernika.
Nadie lloró al derogarse los fueros.
Nadie se alzó contra los franceses.
Nadie supo del 98.
Yo quiero contar una historia, la historia
del hombre Euskadi y el hombre España,
la llegada de los hombres de las banderas
con el dedo acusante y los ceños fruncidos
a mi pueblo labriego de boronas y de nadies.
Cómo tomaron Lauros. Qué nos dijeron.
Cómo nos hicieron creer que ganamos batallas
en guerras fabulosas donde nunca luchamos.
Yo quiero contar la historia del hombre
que olvidó a su pueblo de nadies
hasta que vio a su padre agonizando
y entonces recordó
que en su casa no había escudos de armas,
en su casa no había retratos al óleo,
en su casa nunca nació un militar,
en su casa nunca un escritor,
en su casa nunca nadie fue nadie.
Yo soy esa historia. Yo soy el hombre
que cambió la azada por la pluma
y quiere cantar lo suyo y de nadie.
Yo soy el hombre que quiere
morder y pisar las rosas.
Yo soy el que miraba las botellas de suero
en la agonía de un hospital
y descubrió el bulto cancerado
que ocultan las historias grandes.
Y dije: yo soy nadie
y los vascos son extranjeros.
Y dije: yo vengo de nadie
y los españoles son extranjeros.
Y dije: viva nadie
y guerra al extranjero.