las patadas

Comencé a dudar de las rosas
cuando las vi haciendo posturas en los poemas,
cuando las vi peinándose en los poemas,
cuando las vi guiñando el ojo en los poemas,
y al notarlas
tan perfectas y modosas,
tan modosas y ceñidas,
tan ceñidas y aseadas,
me
irrité
con
los
poetas
cuyos
versos
parece que están mirando a la cámara
mientras pronuncian la palabra “patata”,
los versos que no saben jugar al fútbol
y mucho menos dar patadas,
porque
yo
sólo
me
fío
de
las
patadas,
de las palabras y gentes
que sufren mis patadas,
las que siguen conmigo
a pesar de mis patadas,
las que asumen el riesgo
de mis patadas,
porque yo sólo creo
en la amistad que crece
con las patadas
y la poesía que surge
de las patadas.
.