“Has vuelto a perder... 
“Sí... 
“¿Pero no habías escrito un poema 
con treinta y siete azaleas? 
“El ganador llegó a cien... 
“¡Ostras! 

II 

“Los poetas no deben tomar drogas, “me dijo. 
“Ni los jurados “le dije yo. 

III 

¿Adónde vas, Batania, 
si se te entiende todo? 

IV 

“¿Quién ganó el ultimo año? 
“Un poeta jardinero, miraquelindo. 
“¿Y el anterior? 
“Un cotidiano menchevique, un girondino. 
“¿Y el anterior? 
“Un endecapléjico, heptaburrido. 
“¿Y el anterior? 
“Un silencioso, un elíptico. 
“¿Y cuándo los neorrabiosos? 
“No sé. No en este siglo. 



“Batania, ¿de qué tratan 
los poemas ganadores? 
“Es pronto para decirlo: 
sólo me los he leído diez veces. 

VI 

“He dejado de leer 
los poemas ganadores. 
“¿Y eso? 
“Tardaba un mes en comprenderlos 
y me volvía un mes más tonto. 

VII 

¡Cómo vas a ganar, Batania, 
si en lugar de sugerir 
lo dices todo, 
si no sabes lo que son 
los vacíos ni los silencios, 
si no entiendes 
la estética 
del claroscuro, 
si hasta escribes 
la palabra tenedor 
y la palabra lechuga, 
Batania! 

VIII 

“¡Nunca! “estalló el padre poeta. 

(Cuando su hija le comunicó 
que se casaba con uno del jurado) 

IX 

“¡Escondeos, escondeos!, 
gritaron los del jurado. 

(Pasaba un poeta neorrabioso). 



“¿Y tú cuántos años crees 
que tienen los del jurado? 
“El que menos noventa y cinco. 

XI 

No entiendo el poema, 
les dije tan sólo, 
pero todos se volvieron a mí 
como si hubiera matado 
una cría de ciervo. 

XII 

“Le acuso solemnemente 
de no leerse los poemas, 
dijo el poeta neorrabioso. 

“¡Quién habló de leerlos! 
Yo cuento las sílabas y punto, 
respondió el jurado.