y esparcen sus virutas colmadas de fuego
y aquí un cántaro roto, aquí una columna
doblada y allá lejos los jilgueros calvos
cada día más lentos que el mismo aire.
Bien por los turbios; bien por los dependes
y las hojas de ruta perdidas y destrozadas;
bien por todos los NO ORGANIZADOS
que tararean la balada de los alegres
bajo la luna tonta del cartón de vino.
El viento sucede. La revolución es como
un elefante transparente jugando al tenis.
Únete, Iratxe, sóplame, no muerdas mis ojos.
El viento sucede y bebe de tanta rabia que la rabia
desprecia las monedas, encumbra las palabras.
